domingo, 25 de julio de 2010

Vidas: M

En la oscura habitación se respiraba un olor extraño, una mezcla entre perfume de hombre y tabaco. La persiana esta medio cerrada y por las rendijas se filtraban tenues rayos de sol que se proyectaban en las paredes. Estas estaban decoradas con posters de diferentes grupos de música, algunas fotografías y láminas de cuadro favoritos. M se había asegurado de construir en su modesta habitación un verdadero santuario de sus verdaderas pasiones. Bajo un inmenso poster de Iggy Pop, un cachorro de dálmata se había acurrucado entre las arrugas formadas por el edredón rojo de la cama, aún sin hacer. En el suelo había, apiladas en un rincón junto a un puff, unas cuantas revistas de meses, algunos periódicos y una novela dada la vuelta para no perder la página por la que M iba leyendo. Las estanterías estaban plagadas de libros y discos de música, algún que otro vinilo y cajas de múltiples colores que guardaban cosas de lo más variadas. Al fondo de la habitación estaba el escritorio, en ese momento repleto de muchos objetos desperdigados por su superficie. En una esquina, el ordenador portátil en la que sonaba una canción de The Raveonettes. En el centro quedaban algunas hebras de tabaco de liar, junto al cenicero repleto de colillas, (M había estado algo estresado esos días y la ansiedad le había hecho fumar algo más de la cuenta). También había algunas hojas desperdigas con muchos dibujos y textos escritos. M había estado dándole vueltas a un tatuaje, (otra de sus pasiones). Pero no era eso lo que le taladraba la cabeza aquellos días.
M llevaba dándole vueltas a las cosas demasiado. Quizá era porque no sabía ni lo que quería ni lo que sentía de verdad. Siempre se había empeñado en construirse una armadura de hielo que impidiese sacar sus sentimientos al exterior. M era de esas personas de aparentar. Nunca jamás permitiría que los demás descubriesen que realmente su moral estaba por los suelos. Pero últimamente su fortaleza se estaba viniendo abajo.




Continuará...

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