viernes, 20 de agosto de 2010

Heroínas.

Haciendo un poco de plagio de Adri voy a hacer una entrada sobre Musas, pero con un matiz un tanto diferente. Hoy el protagonismo de mi blog va dedicado a una musa. Puede que no tenga la belleza de Scarlett Johansson, pero al fin y al cabo es una musa, me inspira a pensar, a reflexionar sobre la vida que llevo o que cualquiera de las personas de mi entorno lleva. La entrada de hoy está dedicada a Marlene.



Unas noches atrás estaba viendo la tele en el sofá de mi casa, cuando empezó el programa de Samanta Villar, "21 días". La verdad es que el programa me gusta, aunque soy plenamente consciente de que es un poco fantasía y Samanta tiene bastantes más comodidades de las que enseña a la cámara (me quedó bastante claro el día en que fue a convivir con un grupo de inmigrantes en el que no había electricidad y después de ducharse llegó con el pelo planchado...), pero ese día no pude despegar los ojos del televisor. Samanta prometía trabajar 21 días en una mina de Morococala, un pueblo de Bolivia situado a más de 4000 metros de altura, en el que apenas crecían unos matorrales. En pueblo daba escalofríos, las casa medio derruidas, entre escombros. El pueblo recibía agua cada dos días durante una hora, con lo que la gente corría a la fuente a llenar tantos bidones como pudiese. Debido a la altura en la que se encontraba el pueblecito, ninguna fruta o verdura podía germinar en esa tierra (o pedregal, mejor dicho). Sin cobertura para los móviles, el pueblo tan solo contaba con un teléfono para todo el pueblo.
Todos los habitantes del pueblo trabajaban en una mina de estaño, abandonada por el gobierno y ahora explotada por los propios aldeanos sin ningún tipo de seguridad ni empresa que los respalde.

Samanta se quedaría a vivir esos 21 días con Marlene. Marlene era una mujer de unos 35 años, envejecida por la dura vida que llevaba y por su duro trabajo. Era madre de 5 niños y por fin se había divorciado de su marido alcohólico. Pero su pesadilla no terminaba nunca, ya que su exmarido se presentaba borracho por las noches en su casa para reclamarle dinero y maltratarla, llegando incluso en una ocasión, a quemar la cama de uno de sus hijos mientras dormían. ¿Sorprendente verdad?
Pues la historia no acaba aquí. Marlene luchó contra el machismo reinante en su pueblo y consiguió ocupar el puesto de trabajo de su exmarido en la mina para poder alimentar a sus hijos, por lo que la convertía en la única mujer minera del pueblo.

Podrán quejarse los mineros asturianos, pero eso es porque no han visto las condiciones en las que estaba aquella mina. Su elevador tenía más de 60 años, las rocas estaban agrietadas y al mínimo contacto de desplomaban, no había más iluminación que la de los pequeños focos de los cascos de los mineros, daba pánico.
Marlene trabajaba (y trabaja) en esa mina todos los días del año, con jornadas de trabajo de más de 12 horas, cargando sacos de 50 kilos, jugándose la vida para alimentar a sus hijos.
A final de mes su sueldo. La recompensa de todo el sudor y las lágrimas derramadas en aquellos túneles angostos y oscuros. Alrededor de unos mil pesos bolivianos, del cual el gobierno le arrebata el 70% aproximadamente, dejándola con 300 pesos.
Alrededor del día 17, Marlene decide llevar a Samanta y a sus hijos a la ciudad en autobús, donde podrán ducharse y comprar algo de comida, zapatos nuevos para su hija y un libro para la escuela de su hijo menor. En unas horas que estuvieron en la ciudad, Marlene había gastado prácticamente la totalidad de su sueldo.

Imaginaos lo dura que es la vida de esta mujer, de esta heroína, que Samanta sólo se atrevió a entrar en la mina 2 días de los 21 que había prometido.
Un momento muy impactante del reportaje fue una de las preguntas que le hizo Samanta:

-Marlene. ¿Tú eres feliz?
-Yo no sé que es eso. Nunca he sido feliz.

Pero lo que más me emociono de todo el reportaje fue la despedida, en la que Marlene le decía a Samanta:

"Me voy a quedar otra vez solita"




Por suerte, no soy el único al que emocionó esta cruda historia y se pudo desarrollar un proyecto con la Fundación Vistare, que con las donaciones de los espectadores e internautas han logrado que Marlene abandone Morococala y su puesto de trabajo en la mina y ocupe el lugar que tanto se merece después de tantos años de sacrificio y dolor por mantener a sus hijos. El proyecto Marlene ayudará a millones de mujeres que se encuentran en la misma situación que ella.

Esto señores es un claro ejemplo de los llamados héroes. Cuanta gente idolatra a los futbolistas (por poner un ejemplo), cuando no han hecho otra cosa en su vida más que pegar una patada a un balón y son aclamados como héroes, como la Selección Española, cuando hay gente que hace cosas sorprendentes y heróicas por ayudar a los demás.

Marlene es una heroína, una musa, ya que me ha inspirado. Ha hecho, inconscientemente, que yo (y quizás miles de personas) hagan un examen de conciencia y reflexiones acerca de lo afortunados que somos por vivir como vivimos.

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